Clorinda Málaga de Prado, Primera Dama de la Nación desde 1958 hasta 1962, hija de Fermín Málaga Santolalla y esposa de Manuel Prado y Ugarteche; fue conocida como una persona distinguida y parte de la sociedad peruana durante la época en la que estuvo casada con el ex presidente del Perú Manuel Prado y Ugarteche. Su rol de Primera Dama de la Nación lo cumplió desde 1958 hasta 1962, año en el que el gobierno de Manuel Prado sufrió un golpe de estado, obligando al matrimonio a refugiarse en París, ciudad en la que posteriormente su esposo fallecería en el año de 1967.
Su nombre completo era Clorinda Mercedes Málaga Bravo de Prado; nació el 3 de septiembre de 1905 en Lima, Perú, y murió en el año de 1993, también en la capital peruana. Además de ganar notoriedad como Primera Dama del Perú, ella ya era ampliamente conocida en la sociedad pues su padre, Fermín Málaga Santolalla, fue un importante empresario minero e incluso ocupó el cargo de Ministro de Estado durante el gobierno de don Augusto B. Leguia. Su madre fue Clorinda Bravo Bresani; de pequeña recibió educación en el Colegio del Sagrado Corazón de Lima y en París, ciudad en la que por cierto conoció a su esposo Manuel Prado y Ugarteche.
Tras convertirse en la Primera Dama del Perú, Clorinda Málaga de Prado se convirtió casi de inmediato en una referencia del buen porte y la elegancia, con detalles que incluso le valieron ser elegida por medios impresos de gran prestigio como el Daily Herald como una de las mujeres más elegantes en todo el mundo. No solo eso, también apareció en múltiples publicaciones y revistas, incluyendo la versión americana de la revista Vogue. Siendo Primera Dama, acompañó a su esposo en una gran cantidad de visitas de Estado a países como el Reino Unido, Alemania, Italia, Países Bajos, Suiza o los Estados Unidos, país en donde fueron recibidos por el entonces presidente John F. Kennedy y su esposa Jacqueline Kennedy Onassis.
Como se indicaba al inicio, el 18 de julio del año 1962 el gobierno a cargo del presidente Prado, fue derrocado tras un golpe de Estado organizado por el general Ricardo Pérez Godoy a solo diez días de que finalizará su periodo. Este militar y político frustró la elección del presidente que debía llevarse a cabo ese mismo año en el Congreso de la República. No obstante su periodo de gobierno solo duró nueve meses luego de que en marzo de 1963 su segundo al mando, Nicolás Lindley López lo desalojara del Palacio de Gobierno.
La vida personal de Clorinda Málaga de Prado no fue tan privada como quizás ella hubiese querido ya que todo su periodo como Primera Dama de la Nación estuvo marcado por esta relación extramarital que sostuvo con el que en ese entonces todavía no era su esposo, es decir el Presidente Manuel Prado Ugarteche, quien estaba casado con Enriqueta Garland Higginson. No fue sino hasta que Prado finalmente se divorció de su esposa en el año de 1958, que Clorinda asumió formalmente su rol como primera dama y su popularidad crecieron notablemente.
Sus familiares y amigos más cercanos solían llamarla “Clori”; se puede decir que siempre estuvo en los reflectores debido a que provenía de una familia de mineros acaudalados muy conocidos entre los círculos elitistas de la sociedad peruana. Este romance clandestino con Manuel Prado generaba una serie interminable de rumores donde la gente incluso llegó a comentar que Clorinda acudía disfrazada a Palacio de Gobierno para encontrarse con su amado y que nadie la pudiese reconocer.
Esta situación permaneció de este modo hasta que la pareja logra casarse en el año de 1958, ya cuando Manuel Prado ejercía como presidente del Perú en su segundo mandato. Este hecho en particular volvió a colocarla en el ojo del huracán puesto que para poder casarse, Prado debió anular su matrimonio por la iglesia ante el Vaticano, algo que no fue bien visto por un sector de la sociedad, cuyo descontento llego al grado de realizar protestas y manifestaciones en contra de esta decisión.
Para la mayoría sin embargo, estas no eran más que muestras de la hipocresía y la falsedad que todavía reinaban en aquella época y que de forma injusta señalaban las acciones de otros. El tiempo se encargó de poner a cada uno en su lugar y de hecho, muy pronto Clorinda comenzó con su tarea de Primera Dama manteniendo en todo momento esa elegancia tan característica en su vestir y en su personalidad, la cual acompañaba casi siempre con una sonrisa.
Hay que decir que a pesar de no gozar de una belleza arrasadora, Clorinda Málaga de Prado lograba transmitir un encanto muy singular, con una presencia que generaba admiración y un estilo de vestir muy propio de una mujer que no quiere pasar desapercibida. Se sabe que siempre lucia lo más reciente de la moda parisina y en muchas ocasiones llegó a utilizar los típicos sombreros de la realeza británica que no hacían más que incentivar el cotilleo en la sociedad.
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